sábado, 12 de noviembre de 2011

Darlo todo

Primer pegue

La palabra temida es continuidad. Conti, para los amigos. El nombre de la vía, No es broma, es kanfor, a estas alturas es ya para mí tan absurdo como evocador. Bastantes cantos buenos, algún que otro romo, mirar bien los pies. Un poco de desplome, muchas bicicletas, mezclar técnica y fuerza. Y conti; sobre todo, conti.

Llegamos a San Bartolo a eso de las once después de una noche de furgo y vinitos y un desayuno de reyes. El encadene no está en mi mente. Quiero escalar. Esta noche he soñado que se nos hacía tarde y no podíamos escalar y yo estaba super agobiada (verídico), así que mi primer pensamiento esta mañana ha sido "menos mal, era un sueño, hoy voy a escalar". Quiero seguir probando No es broma, quiero encadenar alguno de los quintos que me quedan, quiero probar Mosaico, quiero asegurar a mis amigos y ver a Kpot apretar en Saratoga.

Nada más llegar, Kpot monta No es broma así para calentar. Yo quiero empezar con algún quinto, pero están ocupados y me muero por tocar roca, así que decido darle un torro. Es el cuarto pegue que le doy a la vía y ya me voy familiarizando con sus grietas, sus picos, sus cantos, su ligero desplome, los lugares donde te da un respiro y los que te obligan a apretar a muerte.

Tú ve traquila, y cuando veas que te petas, te bajas, que estás calentando, me dice Kpot. Pero cuando me quiero dar cuenta estoy casi arriba y no me he parado, así que aprieto un poco, lo confieso, y me caigo entre la última chapa y la reunión. No pasa nada, es el primer pegue y ha sido bueno. Esto lo encadeno yo, digo cuando me bajo.

Segundo pegue

Sigo queriendo hacer algún quinto, pero No es broma está vacía, en los quintos hay más gente que en la guerra y a mí el primer pegue me ha inspirado. Así que tiro la cuerda y le meto de primera. El encadene sigue sin estar en mi mente, porque me he caído al torro, así que intento dosificar las fuerzas.

Descanso en un canto estupendo que hay en la mitad. No pienso en volar ni en la altura a la que se me quedan las chapas. Me doy cuenta de que estoy respirando muy rápido y eso hace que mis músculos se queden antes sin fuerzas. Coso la siguiente cinta medio cómoda, pero al llegar a la última antes de la reunión y chapar me doy cuenta de que voy al límite. No pasa nada, lo intento, me caeré escalando; cuando vuelo no me importa, porque sé que iba muy quemada. Vuelvo a intentar la secuencia, y al llegar a la R estoy tan cansada que ni chapo y aprovecho para volar un poco.

Cuando llego abajo llueven los consejos. Mírate los pies, intenta respirar, descansa más, descansa de los cantos buenos. Vale, vale, asiento, y mi mente está ya puesta en el próximo intento, en qué puedo mejorar, en cómo descansar más y respirar más despacio.


Tercer pegue

En el intervalo encadeno Tomates verdes fritos. Qué placer cuando haces un quinto después de haber estado escalando a tu límite. Qué comodidad, cuántos cantos para elegir, qué poco sufrimiento. La vía es bonita y sigo disfrutando de este día escalador. Me pregunto si probar Mosaico, pero ya sí que está en mi mente encadenar No es broma. Lo veo posible, lo veo factible, me permito soñar con ello y le quiero dar otro pegue. Así que después de comer un poco de tortilla y una mandarina con chocolate, le pido al pobre y paciente Pablo que me pille y voy otra vez para allá.

Quilla, que la encadenas, me dice Kpot, y yo llevo ya un rato nerviosa, mirando la vía desde abajo, observando cómo se balancean las cintas al sol de media tarde en la pared impresionante del Mosaico. Observando cómo otra chica la intenta al torro y se desespera un par de veces, aconsejándole cómo superar los pasos clave.

Concéntrate en respirar, me dice Pablo. Y disfruta de la escalada. No pienses en el encadene. Disfruta, disfruta, me dice, y yo sigo nerviosa, pero no son nervios por querer encadenar, ni por lo que la gente piense ni por nada; son nervios míos, de emoción, de medirme con la vía y estar sola ahí, de poder estar escalando esto.

Respira, respira, y puedo escuchar mi respiración en medio del levante fresco que lleva soplando todo el día. Respira, me digo, y mientras observo mis manos agarrar los cantos y mis pies buscar apoyos intento dosificarme. No usar más fuerza de la necesaria, darme aire, inspirar por la nariz y espirar por la boca. No hay nadie conmigo: estoy yo, está la vía y está el aire, y mientras asciendo puedo disfrutar de la paz extraña de poner todo tu corazón en algo.

Voy bien. Voy mejor que en el pegue anterior. No es que esté super fresca, pero estoy disfrutando tanto, tanto, de respirar, de intentar darme aire, de no sufrir más que lo justo para rebasar mi zona de control y superar mis límites... Sé que la clave está en el equilibrio entre apretar y reservar fuerzas.

Como en los anteriores pegues, chapo la última antes de la reu y noto que voy lista de papeles. Desde abajo me llegan los gritos de ánimo, venga, tía, vamos, ahora, escala, no lo pienses, vamos, escala... me pongo nerviosa, me aturrullo y voy otra vez al aire. No me lo puedo creer. Sabía que esto de caerse justo antes de llegar pasa, pero no pensaba que me fuera a pasar a mí, no tres veces seguidas, no de esta manera.

Bájate y le das otro pegue, me dice Kpot, y yo ni me lo pienso: bájame, Pablo. Sé que estoy muy, muy cansada. He puesto mi cuerpo y mi mente a tope tres veces en el mismo día y no sé si aguantarán una cuarta. No creo que esté en condiciones de encadenar, pero ni lo digo porque no quiero que suene a excusa. Simplemente, quiero intentarlo otra vez. Quizá no es lo más lógico, quizá no debería intentarlo si estoy tan cansada, pero en la pasión no sirve la lógica.


Cuarto pegue

Acompaño a Kpot a su proyecto, pero no puedo parar quieta. Lo único a lo que me dedico es a estirar los brazos para ver si consigo que mis músculos se recuperen al máximo posible. Va, Marina, me digo, sé sistemática. Empieza por el cuello, luego los hombros, luego bíceps, triceps, antebrazos. No te pongas a estirar a lo loco; esto es lo que puedes hacer ahora, así que hazlo bien. Mientras, observo a Kpot ensayar el paso clave de la vía, la crux. En su mente está la misma firme determinación: lo intenta, se cae y en cuanto aterriza ya está trepando por la cuerda y diciendo "lo hago, lo hago, yo esto lo hago". Cuando por fin consigue meter los dedos en el agarre alucino con la precisión del movimiento y la sorpresa de quedarse colgado. Él grita de júbilo, lo conseguí, lo conseguí, y sabe que ha superado un paso importante y que está más cerca del encadene.

Por fin se baja y yo voy otra vez para No es broma. No quiero insistir en que estoy cansada. No quiero excusarme. Lo voy a intentar a tope y punto, y si estoy cansada pues es lo que hay ahora, qué le vamos a hacer.

No me noto mucho peor que en el pegue anterior. Más cansada, sí, pero más tranquila, y parece que ambas cosas se compensan. Vuelvo a sentir el brinco en el estómago en esos pasitos claves que me cuestan un poco más, intento descansar al máximo en el canto bueno. Sigo para arriba, vuelvo a intentar reposar un poco cada vez que veo un agarre en condiciones. Chapo la última. Ésta puede ser la mía. Desde abajo vuelven a animarme: vamos, tía, vamos, y el problema es que la última secuencia no la tengo nada clara, no sé si ir por la izquierda o por la derecha, sé que hay varios romos y alguna cosita buena, sé que se puede hacer un chapaje extremo de reunión o subir un poco más...

Y sé que estoy al límite. Que mis músculos están agotados. Entonces subo mucho los pies, demasiado, y para cuando vuelvo a bajar el derecho sé que estoy perdida, porque no tengo claro a dónde ir con las manos y, sobre todo, porque no puedo más. Pero lo intento. Y me caigo.

Joder, joder, joder, grito, joder, y abajo Kpot también grita y sé que está casi igual de frustrado que yo. Joder no, me dice Pablo, ha sido un buen pegue, tía, te has puesto un poco nerviosa, joder no. La gente empieza a hablar, que si tienes que reposar más, que si los pies, que si los nervios... Yo intento recuperarme un poco para llegar a la reunión y desmontar. Estoy colgada a merced del levante, helada y cansada, y sé que por hoy no habrá más pegues. Me he quedado a medio metro. Me he caído con la reunión en la cara, literalmente.

Estoy tan hecha polvo que me cuesta llegar incluso después de reposar un rato. Intento hacer un chapaje extremo. Escala un poco más, chapa cómoda, me dice Kpot, y le hago caso, porque la próxima vez que esté ahí va a ser encadenando y no voy a querer ni poder chapar a lo extremo. Por fin llego, paso la cuerda por el mosquetón de la R, desmonto, bajo.

Entonces me doy cuenta de que se me están cayendo las lágrimas. Pablo me choca. Muy bien, tía, muy buen pegue. Kpot me abraza y me pregunta, incrédulo: ¿Estás llorando, tía? ¿Estás llorando, en serio? No, qué va, contesto, dejadme, se me pasa. Quilla, tú estás enferma de verdad, estás de psiquiátrico, me dice, te van a tener que encerrar en un manicomio, la Marina llorando después de escalar. No me dice que no me frustre, que lo he hecho muy bien, que no me cabree. Creo que sabe que no estoy cabreada. Estoy emocionada. Sé que podría haber respirado mejor, haber descansado más, no haberme puesto nerviosa, no haber subido los pies... pero sé que a lo largo de esta tarde he intentado hacer todo eso, lo he intentado con todas mis fuerzas, lo he dado todo, y es el hecho de haberlo dado todo lo que me emociona, rompe mis defensas y me hace llorar.

Mientras bajamos a los coches, el Varo me va dando consejos para entrenar conti y para hacer dominadas y practicar bloqueos. Yo le escucho agotada y risueña, porque es verdad que ya estoy pensando en cómo hacerlo, cómo entrenar mejor, en la próxima vez que suba esta cuesta y vuelva a encararme con la vía.

Pasamos junto al coche de los chicos que estaban junto a nosotros, y que me han visto penar toda la tarde para "no llevarme nada". Me miran con comprensión y casi con penita. Yo sonrío. No siento que tenga que darle pena a nadie. El encadene va a llegar, tarde o temprano. Lo que he vivido hoy ha sido tan bonito y tan provechoso como encadenar. Me voy a tomar un colacao que no se lo va a creer nadie. Y me voy a ir a casa a seguir soñando con entrenamientos, con pegues, con vías y con conti. Mucha conti.

1 comentario:

kpot dijo...

leyendo y me sudaban las anos jajaja

perfecta crónica de un día 10!!